Edición de julio de 2018 – Editorial Caligrama
66 páginas
El protagonista, un niño que proviene de una familia chilena, narra esta novela en primera persona. Viajamos a través de sus ojos a un mundo de escaseces, de faltas, pobreza y necesidades. Pequeñas vivencias y aventuras para sobrevivir en un ambiente de debilidades sociales, en una sociedad empobrecida y afectada por la inseguridad del día de mañana.
La novela se estructura en 22 capítulos muy breves, algunos de ellos de algunas líneas muy escasas. El lector descubre poco a poco el lugar en el que se desarrolla la acción y la época, debido a referencias como la moneda que utilizan, el lenguaje utilizado por los personajes, una referencia que hace uno de los capitulos a los “dieciocho”, la fiesta nacional de Chile. Aunque al principio pueda parecer algo confuso, hay que tener en cuenta que se trata de la perspectiva infantil del personaje principal.
La aventura de Lito “entre rieles” es una manera de vivir en una época de toques de queda, comedores sociales, cortes de luz, imposibilidad de satisfacer necesiadades muy básicas. Es una manera de enfocar las penurias diarias, de encontrar pequeñas satisfacciones, pequeños momentos inolvidables, pequeñas alegrias convertidas en grandes momentos: la amistad de un gallo, los pequenos “negocios” que le permiten comer patatas o comprarse zapatos, viajar en tren sin billete o simplemente bañarse en el río tras correr ante la locomotora en marcha.
La novela carece de argumento. A primera vista, parecen pequeños ensayos sobre temas diversos. De hecho, se podría considerar cada uno de los capítulos como una novela independiente en sí, dado que no guarda relación alguna con la anterior ni con la siguiente.
Respecto al lenguaje, el primer capítulo ofrece una mezcla de tiempos verbales algo inusual, que incluso confunde al lector respecto al estilo. No es nada convencional ni sigue las normas gramaticales, quizás en un deseo de reproducir fielmente los pensamientos, las ideas y la forma de expresarse de un niño de escasa edad. Cuanto más te adentras en la lectura y en el mundo de Lito, más te acostumbras con el estilo lingüistico y llegas a aceptarlo como marca personal del autor.
Personalmente, me ha resultado una lectura demasiado fácil, con pocas emociones que transmitir, incluso me ha llegado a confundir a veces, en un deseo de buscar significados que al final se demostraron inexistentes, en una intención de conferir al todo global una comlejidad que realmente se reduce al esfuerzo de interrelacionar lugares, fechas, términos. El lector intenta ver más allá de los acontecimientos, pero la profundidad que espera, en realidad es totalmente inexistente o bien es tan elevada que el lector no llega a penetrar en el núcleo de las verdaderas intenciones. Sorprende, por ejemplo, la costumbre de nombrar a la madre del personaje de 3 maneras diferentes, incluso a lo largo del mismo capítulo: Hilde, Hildita, Senora Hilde.
Aun así, se revela como una novela de lectura amena, con referencias a acontecimientos de la niñez del lector que ronda los 50 anos, con muchos paralelismos respecto a épocas no tan pacíficas de la historia española, mas bien en cuanto a vivencias y percepción de una dura realidad, lo que consigue que el lector antes referenciado pueda empatizar con el protagonista.